domingo, 1 de junio de 2008

AMAR LA BELLEZA


No hay dulzura más honda que la augusta tristeza
de vivir solamente para amar la belleza,
ofreciéndole toda la claridad viviente
de nuestra alma encendida por una sed fulgente,
y arrojando a sus pies, cual una rosa viva,
todo el frescor de nuestra juventud pensativa.

Estimados lectores, somos el afán
de despreciar las dichas opacas que nos dan
y de ascender cantando por la senda espinosa
donde aun queda de Cristo la sangre luminosa.

¿Qué importa que se rasguen nuestras arterias?
dueños somos de todo el oro y zafir de los sueños
y a los vanos placeres que hubiéramos logrado
preferimos el dulce miraje irrealizado,
y no estamos alegres sin la augusta tristeza
de vivir solamente para amar la belleza...

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