sábado, 24 de septiembre de 2016

LA ABEJA Y LOS ZANGANOS



A tratar de un gravísimo negocio 
se juntaron los zánganos un día.

Cada cual varios medios discurrían 
para disimular su inútil ocio;
y, por librarse de tan fea nota
a vista de los otros animales,
aun el más perezoso y más idiota
quería, bien o mal, hacer panales.

Mas como el trabajar les era duro, 
y el enjambre inexperto
no estaba muy seguro
de rematar la empresa con acierto,
intentaron salir de aquel apuro
con acudir a una colmena vieja,
y sacar el cadáver de una abeja
muy hábil en su tiempo y laboriosa;
hacerla, con la pompa más honrosa,
unas grandes exequias funerales,
y susurrar elogios inmortales
de lo ingeniosa que era
en labrar dulce miel y blanda cera.


Con esto se alababan tan ufanos, 
que una abeja les dijo por despique: 
«¿No trabajáis más que eso? Pues, hermanos, 
jamás equivaldrá vuestro zumbido
a una gota de miel que yo fabrique».

jueves, 22 de septiembre de 2016

EL MAR SALVAJE



El mar traía un eco
lleno de palabras
que el soplido del viento traducía.

Decía ser de Cantabria, de Venecia
y del Medio Oriente.

Traía música de violines.

Traía joyas del Oriente.

El eco lo pregonaba el mar abierto.

Tú eras el eco
que cabalgaba entre las crispadas olas.

Traías un sabor salobre
que consumían mis besos.

¡Mar salvaje!, ¡bello mar!
Que robaste mi pecho,
dejándome exhausto.

Salvaje, amor, salobre.


sábado, 10 de septiembre de 2016

TREINTA AÑOS



¡Treinta años! ¿Quién me diría
que tuviese al cabo de ellos,
si no blancos mis cabellos
el alma apagada y fría?

Un día tras otro día
mi existencia han consumido,
y hoy asombrado, aturdido,
mi memoria se derrama
por el ancho panorama
de los años que he vivido.
Y aparecen ante mí
fugitivas y ligeras,
las venturosas quimeras
que desvanecerse vi:
la inocencia que perdí
y aquel vago sentimiento
que animó mi pensamiento
cuando eran mis alegrías
las mágicas armonías
del mar, del bosque y del viento.
Han sido para mi daño
en la vida que disfruto,
un siglo cada minuto,
una eternidad cada año.

El dolor y el desengaño
forman parte de mí mismo,
y el torpe materialismo
de esta edad indiferente,
cubre de sombras mi frente
y abre a mis pies un abismo.

Sacude el mar su melena
de crespas olas, rugiendo,
y con pavoroso estruendo
los aires asordan y llena.

Pero una playa de arena,
su audaz cólera contiene…
¡Ay! ¿Quién habrá que refrene
el tormentoso océano
que en el pensamiento humano
ni fondo ni orillas tiene?
¡La razón!… Tanto se encumbra
tan locamente camina,
que ya no es luz que ilumina
sino hoguera que deslumbra.

Al horror nos acostumbra,
siembra de ruinas el suelo,
y en su inextinguible anhelo
alzase hasta Dios atea
con la sacrílega idea
de derribarle del cielo.
He visto tronos volcados,
instituciones caídas,
y tras recias sacudidas
pueblos y reyes cansados.

Propios y ajenos cuidados
muévanme continua guerra,
y mi espíritu se aterra
cuando, perdida la calma,
siento rugir en el alma
la tempestad de la tierra.
Cuando pienso en lo que fui,
hondas heridas renuevo,
y me parece que llevo
la muerte dentro de mí.

No veo lo que antes vi,
no siento lo que he sentido,
no responde ni un latido
del corazón si a él acudo,
llamo al cielo y está mudo,
busco mi fe y la he perdido.
Infeliz generación
que vas, con loco ardimiento,
nutriendo tu entendimiento
a expensas del corazón,
dime, ¿no es cierto que son
vivas tus penas y ardientes?

¿No es verdad que te arrepientes,
presa de terrores graves,
de los misterios que sabes
y de las dudas que sientes?
¡Yo sí! Feliz si lograra,
después de mis desengaños,
lanzar hacia atrás los años
que el destino me depara.

Pero ¡ay! el tiempo no para
ni tuerce su curso el río,
ni vuelve al nido vacío
el ave muerta en la selva,
¡ni quiere el cielo que vuelva
la esperanza al pecho mío!


lunes, 5 de septiembre de 2016

A UNA ROSA



En catre de esmeraldas nace altiva
la bella rosa, vanidad de Flora,
y cuanto en perlas le bebió a la aurora
cobra en rubís del sol la luz activa.

De nacarado incendio es llama viva,
que al prado ilustra en fe de que la adora;
la luz la enciende, el sol sus hojas dora
con bello nácar de que al fin la priva.

Rosas, escarmentad: no presurosas
anheléis a este ardor; que si autoriza,
aniquila también el sol ¡oh rosas!

Naced y lucid lentas; no en la prisa
os consumáis, floridas mariposas,
que es anhelar arder, buscar ceniza.


sábado, 3 de septiembre de 2016

BASTA YA PECADOR



¡Basta ya, pecador! No tu malicia
ejercite más tiempo mi paciencia:
harto lugar te da a la penitencia
mi bondad despreciada por propicia.

Hoy mi amor con ternura te acaricia,
hoy disimula y sufre tu insolencia;
más podrá ser que en breve esta clemencia
se convierta en rigores de justicia.

Ea, no tardes más en el pecado;
y si al ver del castigo la tardanza
hoy mi misma paciencia te ha obstinado,
adviertan tu descuido y confianza
que, mientras más retiro el brazo airado,
voy doblando el impulso a la venganza.


viernes, 2 de septiembre de 2016

EL CONDE OLINOS



Madrugaba el Conde Olinos, 
mañanita de San Juan, 
a dar agua a su caballo 
a las orillas del mar. 

Mientras el caballo bebe 
canta un hermoso cantar: 
las aves que iban volando 
se paraban a escuchar;
caminante que camina 
detiene su caminar; 
navegante que navega 
la nave vuelve hacia allá. 

Desde la torre más alta 
la reina le oyó cantar: 
-Mira, hija, cómo canta 
la sirenita del mar. 

-No es la sirenita, madre, 
que esa no tiene cantar; 
es la voz del conde Olinos, 
que por mí penando está. 

-Si por tus amores pena 
yo le mandaré matar, 
que para casar contigo 
le falta sangre real.

-¡No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar!

-¡Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar!
Él murió a la media noche;
ella, a los gallos cantar.

A ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar,
y a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco;
de él, un espinar albar.
Crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.

La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.


De ella naciera una garza;
de él, un fuerte gavilán
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.