jueves, 30 de enero de 2014

UN ARROYO EN LERDO



Hijo... voy a hablarte del arroyo en mi pueblo,
del arroyo que mojó mis pies de niño,
y el que, entre sus arrullos y brisas
se entre sus aguas mis juegos y mis risas.

Voy a hablarte del recodo que se formaba
con la higuera y entre sus raíces yo jugaba.
Voy a hablarte de sus piedritas
que al resplandor del sol, iridizban,
cuales peces de de piel dorada, brillaban
y en mis piernas verás las cicatrices
que dejaron voraces sanguijuelas.

En ese arroyo hijo mío, se quedó mi infancia,
y en el tintinar de su corriente, en mi mente,
del perfume de sus brisas, la fragancia
que en todo momento de mi vida está presente.

Voy a llevarte a él y correremos
tu cual cervatilloinquieto
yo, con la velocidad del pensamiento
soltaré el ayer que mantengo preso
y seremos iguales tu y yo, en el tiempo.

Verás la espuma que se forma
al golpear el agua con las piedras
y esa agua que se pierde entre la arena
podrá surgir después como por encanto
lozana, fresca y perfumada.

Haremos una barca de papel
tan frágil y pequeña, que quepa en nuestras manos
y correremos por la margen siguiéndola
como si fuéramos hermanos, de la infancia,
yo por la margen del recuerdo
añorando al igual que aquellos en la distancia
me recuerdan como sus hermanos.

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