viernes, 2 de septiembre de 2016

EL CONDE OLINOS



Madrugaba el Conde Olinos, 
mañanita de San Juan, 
a dar agua a su caballo 
a las orillas del mar. 

Mientras el caballo bebe 
canta un hermoso cantar: 
las aves que iban volando 
se paraban a escuchar;
caminante que camina 
detiene su caminar; 
navegante que navega 
la nave vuelve hacia allá. 

Desde la torre más alta 
la reina le oyó cantar: 
-Mira, hija, cómo canta 
la sirenita del mar. 

-No es la sirenita, madre, 
que esa no tiene cantar; 
es la voz del conde Olinos, 
que por mí penando está. 

-Si por tus amores pena 
yo le mandaré matar, 
que para casar contigo 
le falta sangre real.

-¡No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar!

-¡Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar!
Él murió a la media noche;
ella, a los gallos cantar.

A ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar,
y a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco;
de él, un espinar albar.
Crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.

La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.


De ella naciera una garza;
de él, un fuerte gavilán
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

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