lunes, 17 de noviembre de 2014

VANIDAD



Imperiosa y de orgullo siempre henchida
con afán presuntuoso tú exhalas,
la efímera belleza de tus galas
que en un instante rodará perdida.

Vanidosa soberbia, te convida
y si los muros del jardín escalas,
así también con ansiedad resbalas
quedándote en el suelo retenida.

Llenemos siempre de humildad divina
el corazón donde el amor latente
convierte en rosas, la punzante espina.

Ante el dolor ajeno indiferente, 
la humildad de tu ser humano inclina
y podrás con honos alzar la frente.

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