skip to main |
skip to sidebar
Majestuosa, florida virgen pura,
la Primavera con sayal de amores
aparece entre vívidos colores
donde el ave, un himno de bondad murmura.
La azucena del valle con su albura
es reina del amor entre las flores
donde trinan los dulces ruiseñores
y nos muestra el gorrión su vestidura.
Bodas campestres de las frescas rosas,
presencia de humildad en los jardines
donde el efluvio besa las mimosas.
Parece el sol que muere en los confines...
estallido de rojas mariposas
mancillando los vírgenes jazmines.
Allá en la sierra con toda su grandeza
me da un gozo, la esperanza que abrigo
de hallar el verso, cual la miel de trigo
al pintar el paisaje de su grandeza.
Rodeados de gentil naturaleza
hemos estado en el hogar amigo
donde las musas al cantar conmigo
nos bebimos de la naturaleza, la belleza.
Atrás, el mar en su rugiente ola
extiende en las márgenes del valle
donde la plama con su altiva fronda
eleva al cielo su esbelto talle
y el mar espera que la luz se esconda
dejando en sombras la quietud del valle.
La niña rubia que en prado corre
buscando las pintadas mariposas,
confunde su belleza con las rosas
mientras refleja su esbeltez la torre.
En el riachuelo que cantando corre
sobre las arenas que viajan presurosas,
y anidan las alondras melodiosas
en la ojiva arcada de la torre.
Contemplo de la niña rubia los primores
que va saltando como en ágil danza
sobre el prado de vividos colores.
Su silueta se perfila en lontananza
sobre una alfombra de fragantes flores
en tanto el solo, por la tarde avanza.
Plumaje hermoso que de rojo enciende
en la arquitectura del esbelto pino
como flecha de fuego en el camino
en raudo vuelo horizontal se tiende.
El coralino cardenal asciende
por el espacio transparente y fino
donde nace el crepúsculo ambarino
que sobre el bosque su fulgor extiende.
Tu plumaje cual sangre que me inunda
pinta reflejos de rubor en todo
lo que al placido valle circunda.
Te miro majestuoso, de tal modo
que todo en mí, enciende una paz profunda
pudiendo ver la vida de otro modo.
Te canto Veracruz, tierra preciosa,
bañada por las olas rumorosas
que van como gaviotas presurosas,
a posarse en la playa generosa.
Te canto Veracruz, tierra gloriosa
adornada por palmeras cadenciosas,
que en la quietud de noches luminosas
pareces de México, reina y diosa.
Veracruz, tierra de mar y arenas
epopeya de luz en llamarada
ha encendido la sangre de tus venas.
En el silencio de la madrugada
con tu belleza palpitante llenas,
mi peregrina trova enamorada.
Oh, Sor Juana, mujer noble y castiza
que poema quisiera dedicarte
y del silencio eterno rescatarte,
por ser voz, que en mi ser se profundiza.
Fuiste tú, la más grande poetiza
de la colonia del ayer baluarte
en la cultura, en la humildad y en el arte
que tu verso inmortal, hoy se eterniza.
Oh, Sor Juana, la sangre de tu vena
es el gozo que va en tu poesía
gloriosa, de luz y ciencia plena.
Tu celda en el convento ya está vacía
pero el reino universal se llena
con la luz de tus versos cada día.
Con el tiempo las horas se agigantan
y en el bosque de sombras ya desnudo
voy escuchando estupefacto y mudo,
la voza silvestre que en las frondas cantan.
Parvadas sobre el bosque se levantan
y en su sombra fugaz, mi sombra escudo
mientras las veo silencioso, mudo
como la tarde, que al nido se adelantan.
A los cielos, el vuelo que se tiende
bajo el ardiente sol del medio día
al horizonte cual saeta hiende.
Sin las aves al bosque faltaría
la musical belleza que se extiende
en la desnuda claridad del día.
Pobre vive el rico en su soledad
si no tiene el afecto de un amigo
de penas y alegrías el testigo
brindándole la luz de su bondad.
Quiero pensar un himno a la amistad
del hombre de la tierra el noble abrigo,
para darlocual luz de libertad.
En la tierra vayamos como hermanos
sin distingos de raza o de color
para ser bajo el cielo más humanos.
Del hombre respetemos el honor
y uniendo la amistad con nuestras manos
lancemos a los vientos nuestro amor.
La ciencia y el amor no están reñidos
y en el umbral dorado de la vida
son la meta de la senda preferida,
donde nuestros pasos siempre van unidos.
Nunca en la lucha serán vencidos
y en la fresca mañana amanecida
verán del sol la nueva bienvenida
y los corceles del charro, dormidos.
En su lucha tenaz por la existencia
como el agua rumorosa que se vierte,
son ustedes baluarte de la ciencia.
Y siempre su alma generosa y fuerte,
será en la vida cual humana esencia
en el duelo sin fin contra la muerte.
Imperiosa y de orgullo siempre henchida
con afán presuntuoso tú exhalas,
la efímera belleza de tus galas
que en un instante rodará perdida.
Vanidosa soberbia, te convida
y si los muros del jardín escalas,
así también con ansiedad resbalas
quedándote en el suelo retenida.
Llenemos siempre de humildad divina
el corazón donde el amor latente
convierte en rosas, la punzante espina.
Ante el dolor ajeno indiferente,
la humildad de tu ser humano inclina
y podrás con honos alzar la frente.
Ante el sufrir ajeno, estás alerta
con tu ciencia, confianza presentida
para aliviar la dolorosa herida
dejando el alma a la esperanza abierta.
Tu senda nunca se hallará desierta
pues siempre habrá un alma agradecida,
valorando tu esfuerzo sin medida
ante el triunfo, o ante la lucha incierta.
Ve por la senda del dolor humano
y que los seres puedan comprenderte
en tu lucha sincera y sobre humano,
por vencer la embestida de la muerte
que en su furia pretende de tu mano,
lavar la vida que esperanza vierte.
A tí pescador, el mar ya te convida
a navegar en la ola que se aleja
la que a veces con placer te deja
completa tu red henchida.
Yo sé, que en tu pesca Dios no olvida
y que en tu red la suerte a veces deja
cual si fuera al panalde miel la abeja
toda la cena, con el pueblo compartida.
Desafías del mar la furia airada
en tu endenble panga vencedora,
cabalgando sobre la ola encrespada.
No te arredra la tormenta destructora
por ser tu fe, la luzdura y sagrada
que ilumina tu senda protectora.
Ah, los pinos gigantes de la sierra
que allá en la cumbre el horizonte velan,
mientras sus verdes venas se congelan
con hálito invernal sobre la tierra.
Ermitaños silbantes de la sierra
donde los vientos sus ramas flagelan,
cual fríos besos que las manos hielan
mientras su cuerpo vertical se entierra.
Ah, los pinos alzándose hasta el cielo
donde inmortal su resurrección espera
a su humildad que aprisiona el hielo.
Ah, los pinos dan ritmo a la pradera
donde se ha muerto el límpido arroyuelo
donde ahora la helada soledad impera.
Hacer de la amistad la apología
no debemos dudarlo un momento
cuando anima el más firme sentimiento
del amor que amanece en cada día.
Sea cada navidad luz y ambrosía
y las penas se alejen sin aliento,
como las nubes al soplar el viento
trayendo a tu vivir, paz y alegría.
Una dicha infinita me convida
a desearte en el año venidero
supremo bienestar para tu vida.
El premio a tus anhelos sólo espero,
y el daño no lacere en su embestida
tu luchar eficaz y placentero.
Tus aulas son albergue de ilusiones
donde la juventud su alma asoma
cuando busca de la ciencia el idioma
que se traduce en millones dones.
Hoy te cantan mis líricas canciones
a la juventud que en tu seno toma
áurea luz del saber que en tí se asoma
para colmar sus lindas ambiciones.
Tu enseñanza es la prenda recogida
por una juventud que en la mirada,
refleja los valores de la vida.
Nunca podrás estar abandonada
aunque escuches del eco, mi partida,
pues eres del saber, dulce morada.
Viendo crecida y turbia la corriente
no detengas tu paso, si adelante
una vida depende de un instante
que tú le brindes de tu sabia fuente.
Sirve tú; en superarte se impaciente
anta la parca cruel y arrogante
blande tu espada en ademán triunfante
sin inclinar jamás tu honesta frente.
Nunca dejes anhelos en la espera
devela los umbrales del arcano
y en cada día tu verdad supera.
Que nunca tiemble tu valiente mano
y la herida que sangra recupera
sin preocuparte del egoísmo humano.
En el cenit perfila su silueta
el sol en refulgente llamarada,
de terciopelo y nimbos coronada
vaga la luz entre la sombra inquieta.
En el jardín, donde se abre la violeta,
la madreselva al álamo enredada,
cubre la fuente donde el cisne nada
recortando en el agua su silueta.
El cenzontle su nido estremece
con el canto hermoso, de esa bella ave
cuando cuando el azul del cielo palidece.
En la campiña se enfilan los agaves
verlo en fila marchar me parece
como si en el mar bogaran regias naves.
Con sangre derramada sobr el pecho
cantos de amor selvático a los vientos,
va dejando el gorrión con sus acentos
que florecen en la luz, de trecho en trecho.
Com tú, de la naturaleza yo cosecho
la belleza en minúsculos sarmientos
que así cultivo con pródigo barbecho.
Admiro tu modestia ruborosa
que en el bosque parece regalada
cual nueva juventud, tu voz hermosa.
Tu escultura plomiza y encarnada
ágil se mece cual purpúrea rosa
en la hiedra que crece abandonada.
Hoy estuvo aquí, vi su presencia
como llegan del sol las rubias huellas
o destellos de plata en las estrellas
viajando en su lumínica existencia.
Hoy estuvo aquí, su clara escencia
sus pupilas son luz y miro en ellas
hachas luz, la bondad, cual flores bellas
que dan inspiración a mi existencia.
Estuvo aquí su huella peregrina
cuando declina la redonda luna
que entre nimbos argentos se reclina,
como el sauce en la plácida laguna
entregando su savia tan divina
cual florecen las rosas, una a una.
Bajo sus frondas cárdenas e inquietas,
la Jacaranda corre el cortinaje
cuando pinta de lilas el paisaje
y brinda inspiración a los poetas.
Callejas silenciosas y escuetas
del provinciano y hermoso paisaje,
adornas con tu florido ramaje
donde Diana dispara sus saetas.
También prodigas sombra al caminante
y tu frescor del alma se apodera
en tanto el ave, su canción parlante
desborda sobre el bosque y la pradera.
Eres del bosque la elegante dama
que se viste de gala en primavera.
