lunes, 20 de octubre de 2014
AL VIOLINISTA
Cuando escucho esas voces melodiosas
que brindas con tu lúcido instrumento,
parece que se mueve el firmamento
al ritmo de tus notas armoniosas.
Del artista las obras prodigiosas
cobran vida en el mágico momento,
voces son, avivando el pensamiento
que en danza alegre van como diosas.
Más diáfana la tarde me parece
escuchando el arpegio dulce y fino,
cuando el sol del poniente desfallece.
Se detiene el arroyo cristalino
y el paisaje todo se estremece
cundo escucho tu arpegio diamantino.
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