miércoles, 26 de febrero de 2014
UN ARROYO EN LERDO
Hijo... voy a hablarte de un arroyo en Lerdo
del arroyo que mojó mis pies de niño,
y el que, entre sus arrullos y sus brisas
se llevó entre sus aguas, mis juegos y mis risas.
Voy a hablarte del recodo que formaba
con la higuera y entre sus raices yo jugaba.
Voy a hablarte de las poiedrecitas
que al resplandor del sol brillaban
cuales peces de tornasoladas lentejuelas
y en mis piernas verás las cicatrices
que dejaron voraces sanguijuelas.
En este arroyo hijo mío, se quedo mi infancia,
y en el tintinar de su corriente y en mi mente,
del perfume de sus brisas, la fragancia
que en todo momento de mi vida está presente.
Voy a llevarte a él y correremos
tu cual cervatillo inquieto
y yo con la velocidad del pensamiento
soñaré el ayer que siempre recuerdo
de ese bello arroyo, que conocí en Lerdo.
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