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Espléndida y sinuosa la vereda
camina junto al río en maridaje
adornando el esplendido paisaje
donde las aves le dan su tonada.
Cual serenata con su voz de seda,
revisten de arpegios el follaje
donde llega la voz del rudo oleaje
en la brisa silenciosa y queda.
Por la vereda que el naranjo aroma
va el campesino con su haz de trigo,
cuando la luz de la floresta asoma
y viene a mi el astro que persigo
cual clara fuente donde el verso toma
la luz brillante que vagó conmigo.
Vagaste por las tierras de La Mancha
en pos de un ideal que no encontrabas,
pues al mundo cambiar así esperabas
donde el burdo placer, el campo ensancha.
Con Sancho y rocinante en avalancha
a molinos de viento te enfrentabas
y rebaños de ovejas atacabas
en la inmensa campiña de La Mancha.
Dulcinea y Aldonza son lo mismo
y muchos Sanchos en la tierra imperan
asidos al más cruel materialismo.
Y es verdad que en la tierra aun imperan
Quijotes cabalgando en su idealismo
soñando que las guerras ya murieran.
Oh, Musas del parnaso, denme aliento
para escribir un verso diferente,
un verso que lo entienda bien la gente
cuando se vaya en el cantar del viento.
Que su mensaje llegue al firmamento
y luego baje con la luz naciente
como la lluvia baja la pendiente
como el sol ilumina mi aposento.
Los hombre somos como la sangre roja
hermanos todos por amor sagrado,
por ello, que la maldad no recoja
ese amor, que a servir se ha consagrado;
sin destruir, cual destruye el viento a la hoja
veremos diferente elo sol sagrado.
En desbandada veo el caserío
que marcha sobre el cerro y la llanura,
en tanto gime el mar su bravura
y en el valle reposa el sol de estío.
Mece el viento el follaje umbrío
y el huerto pleno de gentil verdura
ofreciendo al ave, su premura
porque la noche llega en desvarío.
Entre nubes de tul viene la luna
cual reina que abandona su palacio,
para mirar su faz en la laguna.
Refulgen en el cielo cual topacio
en festín las estrellas una a una
tachonando de amor el ancho0 espacio.
En el monte seco e indiferente
un árbol vive en su verdor eterno,
no lo doblega la nieve del invierno
ni el fuego intenso del verano ardiente.
Una rama verde, fresca y diferente
bajo el azul del cielo, eterno y tierno
pinta el paisaje con su verde eterno,
que se extiende en el monte muy complaciente.
El solo adorna en la tierra inculta
la llanura sin fin, muerta y doliente
cuidando un nido que el follaje oculta.
Es tan fuerte, extraña, complaciente
y en su verdor, el astro rey sepulta
la ardiente luz, con brillo diferente.
La casta brisa del azul mañana
azahares borda sobre tu alba frente,
la fresca rosa que nació en la fuente
pétalos bellos a tus pies desgrana.
Llega la luz sencillamente ufana,
la voz del río, que lleva la corriente
como el amor que llama de repente
al diáfano cristal de tu ventana.
Sea el amor, para tu hogar el idioma
donde caminas, en la senda más florida
que la ventura con tu placer, aroma.
Siempre hallarás la dicha presentida
feliz y afable si el amor la toma,
para exaltar la esencia de tu vida.
Cual reptil ondulando en la colina
va el camino entre cactus y hondonadas,
bajando al mar, en las noches estrelladas
y en la tarde, cuando el ocaso se encamina.
Desde la cuesta el valle se domina
las formas de Cerralvo calcinadas,
eternamente de olas coronadas
entre el Bermejo que unge la neblina.
Descendemos cual pájaro asustado
a la arteria de un pueblo hospitalario
que es joyel en el monte aprisionado.
Es noble cual asceta solitario
bregando con esfuerzo denodado,
él pregona su afecto milenario.
La noche con su huella esclarecida
me anunció tu arribo milagroso
el mundo que te brinda prodigioso
los dones sublimados de la vida.
Con la luz de los dioses encendida
se alumbra tu camino rumoroso,
donde vas regalando generoso
la gracia plena que te da la vida.
Es tu risa infantil tan candorosa
como el canto feliz que da la fuente,
donde el sol se inclina a besar la rosa.
Que sea contigo la vida indulgente
del saber, la corona generosa
ciña por siempre en tu agraciada frente.
A mi estancia de amor iluminada
llegó abril con su gentil presencia,
y un perfume de grata adolescencia
viene en la tarde, rubia y encarnada.
Llega la luz cual reina destrenzada
y la alegría con sutil esencia
nutre el alma de noble transparencia,
que hace vibrar mi voz petrificada.
Las voces de abril que le cantan al viento
en el jardín de la eterna primavera,
donde canta el río cristalino y lento.
Jovialidad en el ambiente impera
y el crepúsculo en diáfano momento,
es antorcha, en el cielo prisionera.
