Machete en mano veo al carnicero
tras la vitrina con bigote altivo
fajada la barriga como un divo
dispuesto a destazar a un carnero.
Al cliente atiende amable y placentero
haciendo gala de su don festivo,
es honrado y a veces compasivo,
al que hambre tiene le da un filete entero.
Ante el cliente altanero no se ofusca,
solo atina a ajustarse la casaca
y atento en la vitrina busca
alguna pieza de la muerta vaca
que entrega al cliente y le dice: Luzca,
guardándose este bofe en la petaca.
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